martes, 1 de abril de 2014

Las Mujeres de Sobra (Sheng Nu): Las Tres Flores de China

Siempre supe que en algún momento mis historias de blog iban a surgir de la conversación con un taxista.
En China los taxistas viajan con un cuestionario para extranjeros debajo del asiento. Siempre nos preguntarán dónde trabajamos, si hablamos chino, si nos gusta China y los chinos, qué pensamos de los norteamericanos (si no somos uno), cuál es nuestro sueldo y… si estamos casados y tenemos hijos. Pero hace algunos días, después de prevenir que un muy poco caballeroso hombre chino me robara el taxi que estaba esperando hacía 15 minutos bajo la lluvia, la conversación fue más allá del cuestionario, llegando a ser el disparador de este post. El hombre de ojos pícaros que manejaba el auto sonrió y se acomodó en el asiento cuando vio que yo podía entender lo que él me preguntaba. Todo lo que preguntaba y me contaba me abría un poco más la puerta al hermético mundo social de China, hasta que se hizo el silencio. Podía sentir como el taxista quería preguntar pero no se animaba. Unos segundos después me miró por el espejo retrovisor y juntó coraje “¿Tenés novio?” Sonreí y contesté mi discurso de siempre, “No, no estoy de novia, no estoy casada y tampoco tengo hijos”. Me divierte contestar esa pregunta, me imagino como una amazona fuerte e independiente, imagen que confunde a cualquier hombre chino. Juro que no esperaba lo que sucedió después. El taxista frenó el vehículo y se dio vuelta para sermonearme en un tono parecido al de las películas donde se personifica a Dios “¡Eso está muy mal! ¡Ya tenés 28 años, tendrías que estar en pareja!”. Me hervía la cara. Pasaron unos largos segundos antes de poder responder un muy cierto “No, no está mal… yo estoy bien”. Y lo estoy. Seguimos el recorrido callados y pensativos. O al menos yo. Desde ese momento no puedo dejar de pensar en lo afortunada que soy de no ser una mujer de 28 años, que no está casada y no tiene ni siquiera un hijo y nació en China.

Cuando se nos dice que el cielo es el límite desde que somos pequeños, eso es precisamente lo que sucede. Recuerdo la voz de mi madre diciéndome que yo era artífice de mi propio mundo, y que podía dibujar en él lo que creyera me hacía feliz, incluso el amor, el matrimonio y los hijos. No me malentiendan, soy una de esas que se enamoran del amor, pero el camino que me hace feliz no me ha llevado todavía a casarme. Nadie me ha hecho sentir que deba hacerlo.  Esa libertad de elegir y ser dueños de nuestras vidas, que a veces nos pesa, es algo que yo atesoro y agradezco todos los días.

Del otro lado del mundo, por el contrario, desde pequeños a los niños se les dibuja un mundo en el que ellos deben verse triunfando.  El cielo es el límite, pero al llegar ahí hay que contraer matrimonio, tener un “pequeño emperador” y cuidar de la familia. Y si uno nació siendo hombre también debe ganar suficiente dinero, no importa demasiado haciendo qué. La sociedad china se ha forjado en algo que Confucio les inculcó hace miles de años: la familia está en el centro de la vida de todo individuo chino. Según el confucianismo, por piedad filial se entiende que el hijo debe respetar y obedecer a sus padres, someterse completamente a ellos, honrar el nombre de la familia y mantenerlos económicamente en caso de necesidad. Formar una familia es parte de esa responsabilidad que tienen todos esos hijos. Es el objetivo de vida primordial.

Mercado de parejas en Shanghai: si no se encuentra pareja seguro mamá y papá pueden ayudarte posteando tus datos (inclusive tu teléfono móvil) en la plaza del pueblo. Ellos se quedan allí para hablar con los padres de posibles candidatos y así poder concertar una cita.
No era mentira lo de los datos. Información acerca del físico, los estudios, el trabajo y el sueldo son vitales para conseguir pareja de esta manera.
 En China la gente se casa. Punto ¿Por amor? No siempre. Mentiría si digo que no he visto parejas chinas felizmente casadas. Es algo que se presiente cuando uno ve ancianos ayudándose entre sí para cruzar la calle, hombres llevando carteras de colores de sus esposas (ja, ja, ja), y familias vistiendo la misma remera con el slogan “Happy Family”. Pero en China no se espera sentir amor por la pareja para casarse. Unirse a otra persona en matrimonio, aún en la actualidad, es un deber social, y este “tengo que hacerlo”  muchas veces se convierte en cubo macizo de hierro anclado al piso que se tiene que arrastrar toda una vida, especialmente cuando el hombre o la mujer “ideal” no aparece. No casarse es llevar un gran cartel en la frente que se lee “fracasado”. Nadie quiere perder integridad en China por no casarse.


Ellos parecen felices luciendo la misma remera (Dailymail.co.uk)

¿Pero por qué el cielo parece haber caído algo bajo? Uff, por más que se quiera decir “pero eso está muy mal”, siempre hay que entender que hay un porqué. Más que nada aquí. Verán, el sistema de seguro social de China ha sido ineficiente por muchísimos años. Los ancianos al jubilarse no pueden mantenerse con la pensión otorgada por el gobierno, así que son los hijos los que deben mantenerlos. El matrimonio de los hijos asegura ese apoyo económico. Una importante fuente de ingresos, o incluso dos, resguarda un merecido bienestar económico para los padres ya retirados. Así también, casarse es respetar el nombre de la familia, evitar que caiga en la vergüenza de admitir que los hijos no pueden casarse.  Nadie quiere que su familia pierda integridad por no casarse.
He aquí una breve explicación de lo que es el amor filial. Este es un infomercial que se pasa en la televisión abierta entre programas. Para saber más sobre esto recomiendo leer el artículo de Alfonso Araujo. En él, Alfonso escribe:
SUBTÍTULOS

0:03    Cuando era niño, papá era el soporte de la familia.
0:13    Grande y fuerte, protegió a la familia del viento y de la lluvia.
0:16    Mamá nos cuidó a papá y a mí con dulzura.
0:23    Poco a poco fui creciendo.
0:26    Como un jovencito quise rebelarme de la protección que papá ofrecía.
0:30    Mamá me regañaba y seguido discutía con ella.
0:37    Ya como adulto, vi que la vida no es fácil.
0:41    Me fui dando cuenta de que la espalda de papá se fue encorvando.
0:47    Y el cuerpo de mamá se fue haciendo más frágil.
0:56    Ha llegado el momento de asumir la responsabilidad de un hijo.
1:03    Ser el bastón y el descanso de papá.
1:09    Y ser la sombrilla y la protección de mamá.
1:25    Si hay amor, hay responsabilidad.

Y aunque hasta ahora lo que estoy explicando parece sencillo (es decir, hay que encontrar una pareja y casarse, en un país con una población de 14 billones de personas eso no es difícil), ya he explicado mil veces que en China todo tiende a lo complejo. Y sería bastante sencillo si no fuera porque estamos hablando de seres que piensan, sienten y aman como cualquier otra persona en el mundo.

China es un país tradicional, conservador, arraigado en el pasado y hermético a la influencia extranjera. Pero en un país donde el progreso económico y profesional de sus individuos durante los últimos 40 años pasó a tener un rol egocéntrico, toda limitación social parece algo… contradictoria. A las mujeres en la escuela se les dice que saquen las mejores notas, que ganen becas, que vayan a la universidad si es que la familia puede pagar un curso… pero en general no se espera que realmente se gradúen o que se vuelvan profesionales. Es más, en algunas familias volverse profesional en el caso de las mujeres es algo poco querible ¿Por qué? Porque el objetivo primordial sigue siendo el mismo: Por qué graduarse y obtener un trabajo para ganarse la vida si se puede obtener lo mismo casándose con un hombre que pueda mantener a la familia. Así nadie perderá integridad, el hombre hará lo que vino a hacer a esta tierra, trabajar, y la mujer cumplirá con su papel de esposa y madre. Si tiene suerte será como de esas de revista de los 50s o 60s donde deben vestir bellos vestidos, arreglarse el pelo y llevar al niño al colegio (porque nadie quiere tener a una niña como hija), sino tendrá que trabajar además de cumplir con sus responsabilidades. No hay tragedia. Algunas mujeres se casan felizmente, otras eligen casarse tejiendo otros sueños a medias, y hay un grupo selecto de mujeres que está creciendo que decide hacerle caso a su grillo interior de la conciencia y construir una carrera. Estas mujeres caprichosamente hacen saber a sus familias que no les gusta el cielo que les han pintado y quieren ir en busca de uno propio.  

 La primera vez que oí hablar de este grupo selecto quedé horrorizada. Ian, el joven de 29 años que no estaba casado ni tenía hijos hasta ese momento, presenció cómo se me cayó la taza de café cuando llamó a estas mujeres por su nombre chino: Las mujeres de sobra. Sí, las mujeres son comparadas con la olorosa porción de pizza vieja que queda en la caja por días y nadie quiere. Todos lo pensamos, pero, al mismo tiempo que Ian explicaba que eran las Sheng Nu, nadie estaba señalando con el dedo al muy soltero Ian que lejos estaba de casarse.  Aparentemente los hombres pueden tener otros objetivos puramente relacionados con la satisfacción económica y no se los culpa (tanto) si no consiguen casarse o sí esto no se prioriza.

Las Mujeres de Sobra (Sheng Nu), explicado por la gente de Off the Wall en Youtube

Pero la injusta comparación no fue lo que me dio revolvió el estómago, sino saber que la etiqueta habría sido elaborada en una serie de artículos gubernamentales publicados por la Federación de la Mujer en China, un organismo gubernamental que debería defender los derechos de las mujeres.  De acuerdo a estos artículos, las mujeres que nacen con una belleza natural no necesitan educarse para formar una familia rica y poderosa. En cambio, mujeres que no son tan atractivas deben ir a la universidad y conseguir un buen trabajo para poder ser competencia de aquellas que no lo necesitan. Según este organismo feminista, las mujeres de sobra están demasiado educadas. No se dan cuenta que valen menos y menos a medida que pasa el tiempo. Y uno se termina preguntando, qué es lo que valemos.

Imaginen por un momento ese segundo en el que una mujer cumple 28 años y no se ha casado. Imaginen a madres, padres, hermanos, amigos, jefes, niños, taxistas… diciendo “eso está mal, te vas a quedar sola” a toda hora y en todo lugar. Imaginen todo año nuevo, toda celebración nacional, todo domingo en familia, todo viaje diurno al trabajo, un casamiento (Ay, Dios!)... Imaginen lo que debe implicar ser considerado un fracaso de la sociedad.

Recuerdo que mientras Ian dejaba escapar ideas de su cabeza sobre por qué las Sheng nu estaban destinadas a permanecer solteras, lo único que sentí fue pena. Mucho tiempo me llevó darme cuenta que las mujeres que me han abierto las puertas a su mundo son teóricamente mujeres de sobra, y si hay algo que no siento por ellas es pena. Son las mujeres más fuertes que conozco. Inteligentes, triunfadoras, trabajadoras como ninguna. Sueñan con conocer al hombre indicado, aquel que las ame y ellas amen, aquel que las haga sentir mujer de mundo. Tienen estándares y no quieren conformarse con cualquier hombre que las intenta seducir. No aceptan presiones y construyen un muro a prueba de prejuicios. Esa fortaleza, esa tenacidad, ese amor por ellas mismas las hace bellas e irresistibles a los ojos de cualquiera.


Porque adoro a esas tres mujeres es que las entrevisté, les hice contar la historia de su vida. Me siento pequeña y demasiado afortunada. Llegué aconocer rincones que no me habían mostrado antes y me emocioné como nunca. Como a mí dejen que estas tres mujeres les enseñen cosas, dejen que ellas muestren lo que es vivir en China siendo mujer. En los siguientes tres días podrán leer cada una de estas breves historias.  Quiero presentarles a las tres flores de China.

4 comentarios:

  1. Aguanten las mujeres de sobra! Yo las banco! Y me considero una de ellas!... ME encanto el video de la familia. Muy grafico. Increible como la personificaron la F (Father), M (mother) y el yo.

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    1. Nadie lo hubiera dicho o escrito mejor que ese videito. Y sí, aguanten todas esas mujeres de sobra.

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  2. Hola!!! hace poco empecé a leer tu blog, muy interesante!!!!!
    Ultimamente trabajé con distintos coreanos me encontre con ese tipo de pensamientos.

    La última conversación de ese tipo la escribo textual porque me parece terriblemente graciosa:

    - Estás casado?
    - No.
    - Tenés novia?
    - No.
    - Ah, pero tenés hijos no?
    - No.
    - (luego de un pequeño silencio) ... pero... sos gay?

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    1. Me encantó! =D Sí, sí. Muy interesados en el tema están. Dónde trabajaste con Coreanos?

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