martes, 12 de noviembre de 2013

Lamian: lo que podemos ver en un simple plato de fideos

Somos lo que comemos, no hay duda.

Podríamos decir que si uno analiza lo que tenemos en la heladera encontraríamos la causa de por qué decidimos ir al gimnasio, por qué nos falta color, por qué estamos cansados, por qué tenemos demasiada energía o por qué estamos anaranjados (sí, ese aspecto que contraje durante mis último año de la secundaria no fue casualidad, fue culpa de la inmensa cantidad de zanahoria y zapallo que se me ocurrió comer… nunca más una naranja con pies).

Pero la frase no solo habla de cómo lo que comemos nos cambia la fisonomía, sino de algo un poco más ambicioso como idea. Somos lo que comemos porque en algún punto dentro de un simple plato yace el reflejo de una gente y su ser en su totalidad.

Cuando me pregunto qué hago acá (más seguido de lo que pensé en un principio) a veces me digo que China se parece un poco a mí. Escribo sin seguir ningún patrón, mis posts tienen y van a tener muchos temas y formas. Soy así. Pero mi estilo de escritura, caótico y variado, se asemeja a lo que vivo en China: aquí gobierna el caos organizado en todo ámbito posible. Todo es una gran sopa china.

He aquí el porqué del título de mi blog.

Y qué mejor que hablar del típico plato de fideos chinos para llegar a mi objetivo de hoy. Comencemos.

Los fideos chinos se volvieron una obsesión para mí antes de mudarme a este lugar. Como cualquier otra persona con algo de sentido común me puse a investigar acerca de la ciudad a donde iba. Como casi siempre me sentí un poco perdida hasta que di con una serie de videos en Youtube titulados LivingAs A Laowai. El primero era un breve video satírico sobre la vida de unos profesores de inglés en la ciudad de Yangzhou.



Irónico y alocado, el video mostraba la verdadera Yanghzou en pocas palabras: tranquila, pueblerina, en desarrollo y muy contaminada. Si bien me podría haber horrorizado y cancelado el viaje ahí mismo, mi mente fijó su atención en una sola cosa del video: un enorme plato de fideos con salsa que el protagonista estaba comiendo en su desayuno. No solo se los veía exquisitos sino que también los había visto hacerlos. PASTA FRESCA. Como buena amante de la comida china sabía que tenía que ir a ese lugar.

Para mi suerte, mi primer almuerzo en Yangzhou fue un enorme plato de lamian en el restaurant The Big Lamian (nombre inventado por los profesores de la escuela, dudo que alguien sepa cómo se llama el lugar). Y porque era mi primer día y no podía más que eso me senté a observar lo que sucedía a mi alrededor sin decir palabra. En unos quince minutos que duró el almuerzo, sosteniendo palitos chinos de marfil y mirando dentro de mi bowl de sopa aprendí algunas de las reglas fundamentales a respetar si uno quiere realmente vivir lo que es China:

1)      Nunca vas a tener el control absoluto de lo que hacés. Y si a comida se refiere, mejor hacerle caso a alguien que ha vivido en el lugar por algún tiempo y dejar que este pida la comida.

2)      Cuando un local te habla pero no te mira a los ojos mejor alejarse. Si uno pregunta si la salsa picante que está en la mesa es del día y te dicen “sí” mirando a un costado, ya sabés qué hacer.

3)      Uno es el raro, no ellos. No hay que protestar si el menú está en chino, tenés que recordar que ellos usan otros caracteres que sí entienden.

4)      Todo es comida china si se come con palitos chinos.

5)      Tenés tres segundos. Si lo que estaba entre tus palitos se cayó tenés exactamente tres segundos para levantarlo. Si ha estado en la mesa por más de eso comerlo puede tener efectos poco deseables.

6)      Nunca te saldrás con la tuya. Si pides que tu comida tenga menos picante le pondrán más aceite, y si la pides con menos aceite nunca te van a prestar mucha atención.

7)      Siempre tenés que pedir una segunda o tercera o cuarta opinión. Si les pides recomendaciones en el menú ellos llamarán a sus esposas, esposos, hermanos, hijos… amigos y hasta llamarán por teléfono para decirte qué les parece que es bueno. Puede llevarte tiempo.

8)      Y lo mas importante, tenés que entender lo heterogéneo, lo complicado, lo inaceptable, lo incómodo. Cuando alguien te lleva un plato a la mesa hay que mirarle a los ojos, sino podrías perderte una gran historia.

Quien me había llevado el plato a la mesa ese día era una mujer de rasgos marcadamente distintos a los de otros ciudadanos chinos. Llevaba un pañuelo en la cabeza que apenas cubria su rostro, su piel era más oscura y sus ojos mucho mas amplios y profundos. Ella era musulmana.

Ni Qijab ni Niqab
¿Por qué me había sorprendido tanto? Lo habia leido ya en algun lado. Hay más de 50 minorías en China, de las cuales 8 son de origen musulmán. Yangzhou posee una de las más grandes comunidades musulmanas del pais y la mayoria de sus integrantes se dedica al negocio gastronómico. Es más, en general, los pequeños negocios donde se comen fideos chinos están dirigidos por familias musulmanes.
Restaurant musulmán (verde por si no lo notaron)
Pero verlo y vivirlo es muy distinto a leerlo. Se vuelve real.

Si uno se detiene en los detalles juro que se intuye como a través de los años, y sin dejar de llevar en sus manos el cincel que los ata a su religión, han dejado esculpir en su comunidad hábitos y características de la sociedad china que los adoptó y los llama hoy iguales después de haberlos aislado por centenios.

Los hombres llevan el típico gorro musulman, las mujeres no llevan ni Qijab ni Niqab, sino unos simples pañuelos que apenas cubren su rostro. No se cubren el cuerpo y usan camisas y pantalones que usarían otras mujeres. Las mezquitas han adoptado la forma de un pagoda chino y usan los mismos materiales antisísmicos. Sus nombres y apellidos se han fusionados con los de las familias Han a través de generaciones y todos hablan el dialecto local a la perfección.

Los musulmanes de china son hoy una síntesis de un largo proceso que si bien es evidente en muchos sentidos es imposible de ignorar cuando uno va a sus restaurantes.
Mezquita de Xi'an, una de las más grandes. Muy parecido a un pagoda chino.
El lamian proviene de Lanzhou, provincia del noroeste de China mayormente poblada por musulmanes. Si bien no se puede precisar cómo, ni cuándo, ni quién los hizo en un principio, se sabe perfectamente quiénes tienen la mejor receta. Los fideos son una fuente inagotable de comida que para los musulmanes es religiosamente aceptable. Por qué no perfeccionar una comida que es perfecta para ellos: libre de carne de cerdo, limpia y acompañada con una dosis de sopa (comida halal). Si bien se preparan con métodos de cocina china, se sabe que es netamente original.

Lo sorprendente es ver cómo el lamian se ha vuelto una comida esencial en la dieta de todos los chinos. No solo musulmanes hacen cola para comprar los extremadamente baratos platos de lamian que preparan en estos lugares. Todos vamos ansiosos para ver al cocinero practicando su magia en menos de dos minutos:

·         La masa se estira.
·         Los fideos aparecen espontáneamente.
·         Los fideos se hierven por unos 30 segundos.
·         Y se sirve el plato en la mesa.

El video ilustrativo de lo que hacen estos maestros.



He aquí mi primer plato de lamian.

Sopa, carne vacuna, cilantro, pimienta, ajo, especias varias y por supuesto... lamian.
China y su gente es como un bowl de fideos. Historia y síntesis. Heterogeneidad e integración. China es muy complicada y a la vez muy simple.

1 comentario:

  1. Muy bueno sof, como siempre un placer leerte, y que nos allanes el camino para acercarnos a una cultura que para mi encierra tanto misterio, de a poco gracias a vos, la voy conociendo. Interesante lo de las minorías que deben alcanzar la población entera de otros países, me gustaría leer más sobre otras minorías si tenes la oportunidad! =) Me encantó el video del maestro del lamian, nunca había visto fideos hacerse sin la pasta linda! Espero ansiosa el próximo post!

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