domingo, 24 de noviembre de 2013

Los dos lados de la moneda: lo bueno y lo malo de lo que se VE a diario en China (parte 1)

“Bien” contesto “Estoy bien”. Me es tan difícil formular respuestas a preguntas que me hacen sobre mi vida en China.

Hablando con extranjeros que viven en China y leyendo sus blogs me relajo al ver que es algo que nos pasa a (casi) todos. La respuesta a “¿Cómo estás en China?” Generalmente es “bien”. En particular, a mí lo primero que se me viene a la mente decir es “me siento más incómoda que durmiendo con cuatro personas en una carpa para dos”.

Creo que INCOMODIDAD es el sentimiento que se nos instala a los laowai ni bien pisamos China. Debe ser alguna cuestión química en el aire que nos provoca eso. Por supuesto que trato de no mencionarlo, y menos cuando alguien que llegó la semana anterior para enseñar inglés en una escuela igual que yo y probablemente en las mismas condiciones me pregunta “¿Qué pensás de China?”. Sin embargo siempre digo “dale tiempo, dejá que te conquiste”. Después dejo pasar unos segundos y los miro a los ojos y les digo “confiá en mí, dale tiempo”.

Lo bueno y lo malo de vivir en China
Vivir en China es difícil. Y esto tiene una sola y MUY simple razón: somos demasiado distintos. Recuerdo que me pregunté ese domingo después de mi primera semana dando clases “¿Vas a aguantar viviendo un año acá?”.

Quédense tranquilos que la respuesta es sí, pero porque aprendí una regla fundamental: observar sin hablar por unos momentos (hablar se puede traducir a pensar/hacer, pero es como chino básico, los mismos caracteres o ideas significan muchas cosas distintas).

Cuando decidí mudarme a China no hablaba chino, no sabía nada de su sistema filosófico, ni de sus hábitos, sus tradiciones… y era consciente de que eso era un error simplemente porque cuando uno no sabe juzga en demasía. Es como el miope que sale a la calle sin anteojos. Créanme que hay muchas situaciones que uno no entiende.

Si uno juzga lo que ve instintivamente les puedo asegurar que la lista de lo negativo se vuelve interminable. Es por eso que es vital tomar nota mental, compartirlo, intentar entender. Por supuesto que no hablo de aceptar lo que no se puede aceptar. De hecho hay muchas cosas que veo que no avalo de ninguna manera. Pero entender aliviana la carga del día a día, y muchas cosas se vuelven hasta divertidas.

La moneda tiene dos caras, detestamos lo que vemos y a la vez amamos lo que vemos todos los días.
Se me ocurrió entonces salir con mi libreta y preguntarle a los extranjeros qué colocarían de cada lado de la moneda, lo bueno y lo malo que podemos ver en nuestra vida diaria en China.

Dividido en 6 categorías, las primeras tres entran en este post, para las otras tres hay que esperar:

  1. La calle
  2. La gente
  3. Los animales
  4. La escuela
  5. La comida
  6. El paisaje


1. La calle

Lo malo: el tráfico. Dar un paseo en bicicleta en China puede ser muchas cosas menos una actividad relajante. Cuando llegué a China dos de mis colegas habían tenido accidentes en moto esa misma semana. Los dos se veían igual, moretones por doquier y vendas amarillentas rodeándoles las extremidades. Habían sido dos accidentes distintos. Un par de días después me enteré que todos los que tenían motocicleta habían tenido al menos un accidente en el último año, y que el trofeo por más accidentes lo tenía la asistente de dirección habiendo sido protagonista de quince.

En China las calles y avenidas aparentan ser organizadas. Inclusive uno puede encontrar un gran sistema de semáforos en todas las calles. Eso no implica que la ciudadanía respete reglas de tránsito que quizás no sepa que existen, que maneje en la senda correcta y a una velocidad prudente, que gire mirando quién viene atrás, use las luces de noche, aminore la velocidad al llegar a las esquinas, respete el letrero que dice “no girar en U”, frene despacio en una calle transitada… etc. Para que lo observen con sus propios ojos he aquí un video del tráfico de Taizhou, muy cerca de Yangzhou.


La única vez que viajé en bicicleta hasta un café juro que estuve a punto de morir dos veces. Cuando llegué al café, mi amigo, que hace mucho más tiempo que yo vive acá, me explicó que los permisos de conducir se consiguen fácilmente, nadie les enseña reglas de tránsito para obtenerlos, se puede conducir sin manejar (no pregunten por qué intentan conseguir el permiso) y lo más importante, el auto como medio de transporte se introdujo masivamente hace muy poco tiempo. Eso quiere decir que aunque todos sepamos que nunca van a lograr un tránsito organizado, en el futuro se cree que se va a poder transitar por las calles sin temor a ser comida para los peces.

Lo bueno: la seguridad. A comparación de lo que se puede vivir en otros lados, garantizo que China es el lugar más seguro en el que he vivido. Uno puede caminar por las calles de Yangzhou a las 4 0 5 am sin buscar instintivamente posibles ladrones en la oscuridad, se puede dejar la puerta abierta cuando uno sale de sus casa y se puede utilizar el celular en el colectivo sin temor a que te lo saquen antes de haber enviado ese mensaje importante que estabas escribiendo en ese preciso momento. Eso es algo que no extraño de Buenos Aires.
Las bicis se pueden dejar sin candado en la calla y no hay temor de robo.
2. La gente

Lo malo: la falta de gentileza. Una de las cosas que le exigí a mi profesora de chino a que me enseñara decir es “Ud. es muy maleducado”. Hacer fila en un banco, supermercado o negocio implica cuidar en todo momento que alguien que recién llega no se adelanteal lugar pase primero. En mi país se dice “colarse” y se paga con represalias y muy mal karma.

El día a día en cualquier negocio... haciendo cola =D
La caballerosidad acá no existe de la misma manera en que la conocemos. O no existe, punto. Los hombres son los primeros en subir a los colectivos, ascensores y edificios (si es necesario empujando para lograrlo). Y creo que nunca vi a un hombre cederle su asiento a una mujer embarazada o a un anciano. El hombre es el poder personificado y es por eso que si es su voluntad pueden hacer lo que quieran, incluso imponer reglas absurdas como “las mujeres no pueden hablar antes que el hombre lo haga en una reunión de trabajo”. Hay excepciones, muchas, pero no las hay en demasía.

Y por último la falta del servicio al consumidor. Las dos reglas de Walmart son 1: “El cliente siempre tiene la razón” y 2: “Si el cliente no tiene la razón, volver a la regla Nro. 1”. En China esto es al revés. El cliente nunca tiene la razón y si la tiene no se lo digas. No es poco frecuente escuchar “mei you” (no tenemos). Uno sabe que sí lo tienen, pero eso te dicen y no lo buscan. Quizás tengan miedo de no encontrarlo y decirte que efectivamente no lo tienen, o quizás saben que vendrá seguro alguien más a comprar algo que sepan dónde está. Hay 40 billones de habitantes, no se van a quedar sin clientes.

Lo bueno: su gentileza y su curiosidad por el extranjero. Me han explicado que el chino es muy individualista, que siempre va a cuidar lo propio y defenderse de lo ajeno. En una sociedad donde hasta hace unos pocos días solo se podía tener un niño puedo creerlo, pero así y todo sé que no es enteramente verdad.

Me sigue sorprendiendo su predisposición aún en ocasiones en las que uno sabe que están en apuros. Es extremadamente extraño que la gente no se pare a ayudarte cuando les pedís ayuda. Pueden estar corriendo que aún así se detienen para ver qué necesitas. Siempre intentan leer el mapa y si no lo entienden llaman a alguien en su familia que quizás sí sepa. Y créanme que no lo podía creer cuando me confundí de rumbo la semana pasada y los pasajeros del colectivo, entendiendo mi pobre chino, hicieron que el colectivero volviera para que me bajara en la parada de colectivo correspondiente. Habían cumplido su tarea, lo pude ver en los rostros de los campesinos que sonreían mientras me saludaban.

Los animales en China

Lo malo: el maltrato. En mi primera semana aquí fui al supermercado y me encontré con lo que ven todos cuando llegan al sector de la comida fresca: una gran isla de “peces” y mariscos. Son de lo más fresco que se puede encontrar, hasta quizás lo puedas filetear vos mismo mientras está vivo. Sí, se los puede sacar del estanque diminuto donde los tienen y los preparan mientras todavía se mueven y de la forma más lenta posible. Se cree que así el animal eliminará las toxinas que vuelven a la carne poco tolerable.

Los hay en llaveros, pero estos son mascotas y son cada vez más comunes. Pueden ser pequeñas tortuguitas y por qué no hamsters. Viven por un par de vías y mueren. Aquí tres peces dentro de una pequeña bolita.
 Si bien no es algo que uno quiere ver todos los días, ya había visto algo así en otros países. Lo que me hizo salir del supermercado pálida y triste fue ver la sección de los cangrejos. No voy a mentir, cuando veo mariscos y pescados dejo de ser vegetariana, pero cuando vi esto decidí no volver a comer carne: los cangrejos empaquetados para que la gente se los lleve comenzaron a mover sus patas por debajo de las pequeñas sogas que los mantenían prisioneros.
Sip, vivos, así como los ven.
La semana pasada casi compro una tortuga de agua solo para que no sufra el estar dentro de una bolsa de fruta. Desafortunadamente salía más cara de lo que tenía en la mano… y estos son algunos de los muchos casos diarios en los que me veo frunciendo el ceño.

Estas son tortugas que se venden en el supermercado, están vivas en una bolsa de fruta.

Lo bueno: el rescate. No hay día que no me llegue noticia de organizaciones que rescatan animales en paupérrimas condiciones. El rescate de osos es un caso singular.
No recomiendo ver videos de estas cosas.
El oso es un animal preciado por su bilis, que se utiliza para curar males gastrointestinales a pesar de su pobre base científica y de la posible sustitución por materiales sintéticos. Muchos activistas, inclusive de origen chino, se dedican a comprar osos en las granjas y rehabilitarlos en sus centros. No puedo decir más. Mi admiración pura.

Qué cosas se ven donde vivís vos?

martes, 12 de noviembre de 2013

Sopa China

Quisiera agradecer a Brad Denbow, maestro de inglés de segundo grado en Xin Dong Fang (Yangzhou) y excelente dibujante, por la nueva ilustración de la cabecera de mi blog. También le quiero agradecer a Ben Horne, también compañero de trabajo y excelente editor gráfico, quien me ayudó a editarlo.


Lamian: lo que podemos ver en un simple plato de fideos

Somos lo que comemos, no hay duda.

Podríamos decir que si uno analiza lo que tenemos en la heladera encontraríamos la causa de por qué decidimos ir al gimnasio, por qué nos falta color, por qué estamos cansados, por qué tenemos demasiada energía o por qué estamos anaranjados (sí, ese aspecto que contraje durante mis último año de la secundaria no fue casualidad, fue culpa de la inmensa cantidad de zanahoria y zapallo que se me ocurrió comer… nunca más una naranja con pies).

Pero la frase no solo habla de cómo lo que comemos nos cambia la fisonomía, sino de algo un poco más ambicioso como idea. Somos lo que comemos porque en algún punto dentro de un simple plato yace el reflejo de una gente y su ser en su totalidad.

Cuando me pregunto qué hago acá (más seguido de lo que pensé en un principio) a veces me digo que China se parece un poco a mí. Escribo sin seguir ningún patrón, mis posts tienen y van a tener muchos temas y formas. Soy así. Pero mi estilo de escritura, caótico y variado, se asemeja a lo que vivo en China: aquí gobierna el caos organizado en todo ámbito posible. Todo es una gran sopa china.

He aquí el porqué del título de mi blog.

Y qué mejor que hablar del típico plato de fideos chinos para llegar a mi objetivo de hoy. Comencemos.

Los fideos chinos se volvieron una obsesión para mí antes de mudarme a este lugar. Como cualquier otra persona con algo de sentido común me puse a investigar acerca de la ciudad a donde iba. Como casi siempre me sentí un poco perdida hasta que di con una serie de videos en Youtube titulados LivingAs A Laowai. El primero era un breve video satírico sobre la vida de unos profesores de inglés en la ciudad de Yangzhou.



Irónico y alocado, el video mostraba la verdadera Yanghzou en pocas palabras: tranquila, pueblerina, en desarrollo y muy contaminada. Si bien me podría haber horrorizado y cancelado el viaje ahí mismo, mi mente fijó su atención en una sola cosa del video: un enorme plato de fideos con salsa que el protagonista estaba comiendo en su desayuno. No solo se los veía exquisitos sino que también los había visto hacerlos. PASTA FRESCA. Como buena amante de la comida china sabía que tenía que ir a ese lugar.

Para mi suerte, mi primer almuerzo en Yangzhou fue un enorme plato de lamian en el restaurant The Big Lamian (nombre inventado por los profesores de la escuela, dudo que alguien sepa cómo se llama el lugar). Y porque era mi primer día y no podía más que eso me senté a observar lo que sucedía a mi alrededor sin decir palabra. En unos quince minutos que duró el almuerzo, sosteniendo palitos chinos de marfil y mirando dentro de mi bowl de sopa aprendí algunas de las reglas fundamentales a respetar si uno quiere realmente vivir lo que es China:

1)      Nunca vas a tener el control absoluto de lo que hacés. Y si a comida se refiere, mejor hacerle caso a alguien que ha vivido en el lugar por algún tiempo y dejar que este pida la comida.

2)      Cuando un local te habla pero no te mira a los ojos mejor alejarse. Si uno pregunta si la salsa picante que está en la mesa es del día y te dicen “sí” mirando a un costado, ya sabés qué hacer.

3)      Uno es el raro, no ellos. No hay que protestar si el menú está en chino, tenés que recordar que ellos usan otros caracteres que sí entienden.

4)      Todo es comida china si se come con palitos chinos.

5)      Tenés tres segundos. Si lo que estaba entre tus palitos se cayó tenés exactamente tres segundos para levantarlo. Si ha estado en la mesa por más de eso comerlo puede tener efectos poco deseables.

6)      Nunca te saldrás con la tuya. Si pides que tu comida tenga menos picante le pondrán más aceite, y si la pides con menos aceite nunca te van a prestar mucha atención.

7)      Siempre tenés que pedir una segunda o tercera o cuarta opinión. Si les pides recomendaciones en el menú ellos llamarán a sus esposas, esposos, hermanos, hijos… amigos y hasta llamarán por teléfono para decirte qué les parece que es bueno. Puede llevarte tiempo.

8)      Y lo mas importante, tenés que entender lo heterogéneo, lo complicado, lo inaceptable, lo incómodo. Cuando alguien te lleva un plato a la mesa hay que mirarle a los ojos, sino podrías perderte una gran historia.

Quien me había llevado el plato a la mesa ese día era una mujer de rasgos marcadamente distintos a los de otros ciudadanos chinos. Llevaba un pañuelo en la cabeza que apenas cubria su rostro, su piel era más oscura y sus ojos mucho mas amplios y profundos. Ella era musulmana.

Ni Qijab ni Niqab
¿Por qué me había sorprendido tanto? Lo habia leido ya en algun lado. Hay más de 50 minorías en China, de las cuales 8 son de origen musulmán. Yangzhou posee una de las más grandes comunidades musulmanas del pais y la mayoria de sus integrantes se dedica al negocio gastronómico. Es más, en general, los pequeños negocios donde se comen fideos chinos están dirigidos por familias musulmanes.
Restaurant musulmán (verde por si no lo notaron)
Pero verlo y vivirlo es muy distinto a leerlo. Se vuelve real.

Si uno se detiene en los detalles juro que se intuye como a través de los años, y sin dejar de llevar en sus manos el cincel que los ata a su religión, han dejado esculpir en su comunidad hábitos y características de la sociedad china que los adoptó y los llama hoy iguales después de haberlos aislado por centenios.

Los hombres llevan el típico gorro musulman, las mujeres no llevan ni Qijab ni Niqab, sino unos simples pañuelos que apenas cubren su rostro. No se cubren el cuerpo y usan camisas y pantalones que usarían otras mujeres. Las mezquitas han adoptado la forma de un pagoda chino y usan los mismos materiales antisísmicos. Sus nombres y apellidos se han fusionados con los de las familias Han a través de generaciones y todos hablan el dialecto local a la perfección.

Los musulmanes de china son hoy una síntesis de un largo proceso que si bien es evidente en muchos sentidos es imposible de ignorar cuando uno va a sus restaurantes.
Mezquita de Xi'an, una de las más grandes. Muy parecido a un pagoda chino.
El lamian proviene de Lanzhou, provincia del noroeste de China mayormente poblada por musulmanes. Si bien no se puede precisar cómo, ni cuándo, ni quién los hizo en un principio, se sabe perfectamente quiénes tienen la mejor receta. Los fideos son una fuente inagotable de comida que para los musulmanes es religiosamente aceptable. Por qué no perfeccionar una comida que es perfecta para ellos: libre de carne de cerdo, limpia y acompañada con una dosis de sopa (comida halal). Si bien se preparan con métodos de cocina china, se sabe que es netamente original.

Lo sorprendente es ver cómo el lamian se ha vuelto una comida esencial en la dieta de todos los chinos. No solo musulmanes hacen cola para comprar los extremadamente baratos platos de lamian que preparan en estos lugares. Todos vamos ansiosos para ver al cocinero practicando su magia en menos de dos minutos:

·         La masa se estira.
·         Los fideos aparecen espontáneamente.
·         Los fideos se hierven por unos 30 segundos.
·         Y se sirve el plato en la mesa.

El video ilustrativo de lo que hacen estos maestros.



He aquí mi primer plato de lamian.

Sopa, carne vacuna, cilantro, pimienta, ajo, especias varias y por supuesto... lamian.
China y su gente es como un bowl de fideos. Historia y síntesis. Heterogeneidad e integración. China es muy complicada y a la vez muy simple.