martes, 10 de septiembre de 2013

Destino Final: China


“¿Por qué China?” Me preguntó un alemán mientras tomábamos una cerveza Tingstao en la terraza de un hostel en Shanghai.
No era la primera vez que me preguntaban por qué me había decidido por mudarme a China. Así que elaboré una serie de respuestas, ciertas pero que no llegaban a rozar el verdadero porqué. Estas variaban entre “Quiero hablar chino”, “Quiero el desafío de viajar y no perderme”, “Quiero tener una cita y no entender qué quieren de mí” (eso me pasaba en casa todos los días), y “Quiero aprender a comer con palitos”. Lo curioso es que yo tampoco supe la respuesta hasta poco antes de subirme al avión. En realidad creo que nunca quise aceptar por qué me estaba yendo realmente.
Escape a Escocia, 2009

Pero el alemán no se detuvo ahí, sino que luego de una breve pausa me preguntó temeroso (si un alemán puede verse temeroso) “¿Escapando de algo o hacia algo?”
Suspiré y me pregunté Cómo contestaría Will esta pregunta. Will es una persona muy locuaz.
Conocí a Will en el Hostel Los Duendes de Salta, un lugar muy conocido entre los viajeros que pasan la noche ahí para compartir historias, una peña, una cerveza “Salta” y a veces algún viaje en auto. Will había vivido casi toda su vida en Londres. Con mi misma edad ya tenía un MBA y un CV en Linkedin que debería abrumar a más de uno. Se había casado con su novia de toda la vida, se había comprado el departamento en Kensington Gardens y tenía uno de esos autos que uno se detiene a mirar solo para ver quién se baja y aplaudir mentalmente. Y cuando todos esperábamos que nos contara una trágica historia que justificara el “¿Por qué estás acá en Latinoamérica, viajando solo, sin trabajo, sin esposa y casi sin dinero?” implícito en los rostros de todos los que estábamos ahí, Will respondió: “Tengo que encontrar qué es lo que me falta”. Esa noche y sin casi motivo, evidentemente, quién más que un porteño le recomendó no sacarse el anillo porque los hombres casados son imanes de “minas”.
Escape a Colonia, 2010

Will odiaba su trabajo, le había dicho a su esposa que la amaba pero que no estaba listo para tener hijos aún, había juntado sus ahorros y vendido su auto para viajar y por último había hecho una pequeña mochila que cargaría muchísimo más que su ropa. Espero que haya encontrado la respuesta a su pregunta o que la esté por encontrar. Tengo muchísima fe en que así va a ser, en que va a encontrar un poco de silencio ahí, en va a volver a casa con su esposa y tener esos hijos que seguramente van a ser hermosos.
En mi caso esa pregunta se me cruzó por la mente una tarde no mucho tiempo antes de tomar el vuelo a Shanghai mientras corría por los Bosques de Palermo: ¿Estoy escapando de algo o corriendo hacia algo?
Quién no ama tomarse esos benditos catorce días de vacaciones para viajar, respirar aire algo menos contaminado, salir, broncearse, engordar sin culpa, pensar que uno es el más amigable del montón y comprar souvenirs y regalos económicos el último día antes de volver. Pero en general, cuando esos días llegan a su fin, en el fondo uno quiere volver a dormir en ese lugar de la cama que tiene nuestro nombre, regresar a la dieta que nos deja usar el espejo para vestirnos y ver a nuestros amigos y hablar de esas gloriosas margaritas totalmente de más que nos tomamos mirando ocaso en alguna playa caribeña.
El viajar, en realidad, se vuelve una pequeña piedra en el zapato cuando todo en nuestro cuerpo nos dice que nos tenemos que ir muy, muy, muy lejos y rápido. Casi volando como esas ardillas que saltan de árbol en árbol, sin pensar demasiado en la distancia que hay desde el suelo. Es un salto de fe.
Escape a Rosario, 2011

Esa tarde me di cuenta que no me estaba yendo solo porque me gustaba la idea de viajar, me estaba yendo porque había algo que ya no tenía y que me volvía incompleta. Lo tenía que encontrar aunque fuera del otro lado del mundo. Y sí, lloré, como todos saben. Suelo llorar muy seguido. La gente emocional es así.
Generalmente lo que uno siente cuando acepta que se está yendo porque hay algo que no tiene solución visible es CULPA. Nos imaginamos un cartel en la frente que dice ME DI POR VENCIDO, SOY UN COBARDE. La gente a veces no ayuda. Todos, nuestras madres, nuestros jefes, nuestros amigos, nuestras parejas nos dicen directa o indirectamente que para encontrar la solución nos tenemos que quedar y seguir buscando, y buscando, y buscando… acá, en el mismo lugar, haciendo lo mismo. Y es entonces que cuando vemos a toda esta gente diciéndonos lo mismo es que nos preguntamos con mucho, mucho miedo  ¿y  si tienen razón? ¿Y si lo único que estoy haciendo es perder el tiempo?
Escape a Salta y Jujuy, 2013

Todas las noches y con un gran nudo en el estómago, que juro no fue por la cerveza que estuve tomando “de vez en cuando” en Antares (Ay! Cómo la extraño!), me iba a dormir con esa pregunta acompañándome. Y todas las noches volvía a lo mismo. No a qué contestaría Will, sino a qué contestaría yo:
A veces necesitamos escapar. A veces tenemos que ir a buscar la respuesta a esa pregunta allá afuera, una respuesta que sabemos no solo nos va a cambiar la vida sino que la va a definir. Eso no es ser cobarde, es ser muy valiente. Encaro este viaje, sea físico o mental, con miedo y completa incertidumbre, pero también me arriesgo a escribir, también con pura fe, paz y energía. Y cuando me di cuenta del peso de la decisión que había tomado, en ese momento me volví sumamente feliz.
Escape a Yangzhou, China, HOY

De todas formas, creo que al alemán le contesté que quería viajar por Asia.

He ahí mi opinión sobre el tema “escaparse”. Quisiera saber ahora qué opinan uds. ¿Está realmente mal escaparse? ¿Will estaba equivocado? ¿Alguna vez sentiste la necesidad de abandonar todo, quizás vender todas tus pertenencias, despedirte de tus afectos un tiempo más prolongado del que ellos puedan esperarte y encontrar una respuesta del otro lado del mundo (o a la vuelta pero lejos)?

2 comentarios:

  1. Escaparse no es malo... sólo lo es si no nos admitimos esa razón, porque entonces no sabriamos siquiera que necesitamos encontrar algo.
    Como siempre te dije... espero que encuentres aquello que fuiste a buscar

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida sobrina, también soy emocional (¿será de familia? ¡jaja!) así que te leo con la visión borrosa entre lágrima y lágrima, y desde la distancia ne fundo en un abrazo fuerte con vos. Sí está bien tomar distancia, esa paso atrás que te permita sopesar todo y a todos, pero lo más importante es que ese paso se de en nuestro interior, si no, no hay distancia que alcance, las dudas y los problemas, y los fantasmas nos seguirán indefectiblemente!!!! Me emociona leerte, así que tendrás aquí una fiel seguidora, que te acompaña siempre! Un beso enorme!!!!!

      Eliminar